Día 3. Dolor.
La agonía se apoderaba de él.
- Soy el dolor, soy real, no un sueño. Soy la cadena que rodea tu cuerpo cuando gritas. Ríndete ahora, no puedes vencer a la muerte en su juego despiadado, inclínate y sosten tu cabeza a deshonra.
- No puedo creer que no haya otra forma... -replicó.
- Comprobarás que estás equivocado. -afirmo firmemente su agonía.
- Me llenas de duda...
- Nunca fuiste tan fuerte. Soy el dolor, soy la herida que nunca se cura, todo es en vano, no hay compromisos ni acuerdos...
- No puedo creer que esto sea el fin.
- Está sentenciado.
- ¿Dónde estan mis amigos?
- ¡Siempre has estado solo!
Una fuente de ira fluía a través de su consciencia, hasta que ésta salió a la luz:
- ¡Dolor! Nosotros gobernamos, nos escondemos tan pronto como el dolor abandone la ira interna. -la sensación se hacía cada vez mas fuerte- Estar aquí, bienvenido por una mente sana, ¡UNA ENORME MENTIRA! Estuve esperando todo el tiempo con rabia, prometiéndome la salvación.
Otra sensación totalmente opuesta y agradable calmaba los hálitos de rabia.
- No puedo permitirlo, encontraremos una manera fuera de este pozo de muerte y consternación, un futuro glorioso que abrazaremos longevamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario